Contradicción. El asesino siente una gran contradicción. El cadáver que había enterrado con sus propias manos, ha reaparecido, desde las profundidades de la Tierra...
Oh, decídme! Decídme si estoy ante un fantasma o ante un cuerpo viviente!
Él la mató, una noche de luna nueva, cortando su garganta, arrancándole los ojos marinos... y esos ojos aún los conserva, en su famosos frascos de formol.
Los ojos que más amaba, atesorados para toda la eternidad, contemplábanle inexpresivos a través del cristal, día tras día.
Sin embargo, al pasar los años...ella regresó de su sepulcro. Extendiendo los pálidos y delgados brazos hacia él...
Qué te ocurre, hombre? Sepúltala ahora mismo, y no caigas en su hechizo nefasto otra vez!
O acaso le tenés lástima? Te da lástima ver que ha caído hasta lo más profundo y que no le queda nada más que vos?
Y el asesino besó al cadáver en la frente, y lo empujó con el pie dentro de la fosa, murmurando un último adiós.
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