Viaje
inesperado
“¿En dónde estoy?” Se preguntó de un sobresalto al tiempo que
observaba lentamente a su alrededor. Vio rostros desconocidos, asientos, y
figuras desdibujadas que desaparecían rápidamente a través de unas ventanas
cuadradas. El sonido y el movimiento le indicaron el sitio: estaba sentado a
bordo de un tren. ¿Pero hacia dónde iba? Por más que se esforzaba en recordar,
no lo conseguía. Y extrañamente, su cabeza comenzó a sentirse más y más pesada
e inició una lucha contra el sueño que intentaba con sus garras atraparlo de
nuevo. Cuando abrió los ojos nuevamente se encontró en el mismo sitio, y con
los mismos pasajeros que lo miraban de reojo. Lo único que había cambiado era
la luz que se filtraba por las ventanas del vehículo. Anochecía, y el miedo a
quedar envuelto en esa oscuridad inhóspita y sin rumbo, aceleró su ritmo
cardíaco. Miedo, miedo. Esas caras se estaban acercando mucho. Hablaban un
lenguaje desconocido.
No. Él
no sabía hacia dónde iba ni mucho menos cómo había llegado allí. Lo último que
recordaba era que se había ido a dormir como todas las noches en su cama, en su
propia casa y de pronto al despertar se había encontrado en ese sitio.
“¿Cuál
es la próxima estación?” Se animó a averiguar dirigiéndose a uno de los
pasajeros.
“No hay próxima estación.” Le dijo el
desconocido con voz calma. “Contemple el paisaje que hay tras las ventanas,
verá que es muy entretenido y relajante. Es lo que todos hacemos aquí.” Y
diciendo esto, volteó el rostro hacia el exterior.
Entonces
él hizo lo mismo y vio las imágenes más maravillosas de su vida y de las vidas
de toda la humanidad.
(este fue algo breve que aluciné, en medio de una parálisis de sueño. ¬¬)
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